Check-in #18 — Y en eso llegó Fidel al Hilton
Cuando pensamos en pasar fin de año en un hotel siempre nos imaginamos cotillón, champán y brindis. Es posible que el de 1958 en el hotel Habana Hilton fuese un poco distinto.
Pongámonos por un momento en el 19 de marzo de 1958, cuando el hotel más grande y alto de toda América Latina estaba listo para ser inaugurado: 630 habitaciones, un casino, seis restaurantes, una piscina exterior y dos garajes subterráneos. La apertura estuvo a la altura: cinco días de festejos con la presencia de nada más y nada menos que Conrad Hilton, fundador de la hotelera que iba a gestionar el hotel Habana Hilton.
Por allí estaba también Fulgencio Batista, el dictador que mandaba en Cuba en aquel momento y que buscaba por encima de todo dejar claro que su país era un buen lugar para invertir, sobre todo desde el punto de vista americano. Desde hacía cinco años unos barbudos se habían levantado en armas contra su gobierno y, ciertamente, las cosas no le estaban yendo bien.
Llegó entonces la primera navidad, uno de esos momentos en los que cualquier gran hotel se pone a prueba: banquetes, recepciones, brindis y más brindis son lo común en esas semanas. Pero La Habana no estaba para muchas fiestas.
El 31 de diciembre de 1958 en una fiesta de fin de año en Nueva York alguien le sopla al fotoperiodista Burt Flinn que Batista estaba “llenando camiones con el tesoro nacional”, lo que apuntaba a que podía estar a punto de irse de la isla. El soplo era bueno pues el dictador acabó esa noche volando a República Dominicana, donde gobernaba su amigo Trujillo. Es esa escena que hemos visto una y mil veces en El Padrino II. Con la misma ropa, sus cámaras y 400 dólares prestados del presidente de la agencia Magnum el fotógrafo se fue en un taxi al aeropuerto a por el primer vuelo a La Habana.
Cuando llegó Flinn a la capital estaba amaneciendo el primer día de 1959. El Ché y Cienfuegos estaban tomando Santa Clara mientras Castro entraba en Santiago de Cuba, por lo que nadie importante parecía estar en ese momento en La Habana. Así que el americano salió hasta Santa Clara, donde localizó a Castro y consiguió acompañarle dentro de la columna que entraba victoriosa a la capital.
Pero el nuevo líder no tenía aún vivienda en la capital. ¿Dónde se alojó? En el Habana Hilton, renombrado desde ese momento como hotel Habana Libre:




Una selección de las fotografías que Burt Glinn sacó en la entrada a La Habana están disponibles en la web de Magnum; una selección más completa está en el maravilloso libro “Cuba 1959”. El Habana Libre sigue abierto a día de hoy bajo la marca Tryp:
La suite 2324 donde se alojó Fidel Castro durante varias semanas a su llegada al poder sigue estando disponible para todo aquel que quiera sentir una inspiración revolucionaria. Quién sabe lo que puede llegar a pasar en un fin de año.
Nos vemos en el próximo check-in el año que viene. Quizá desde la playa.
Interesante, como siempre!