Check-in #36 — Un hotel donde escribir
Los hoteles han sido siempre refugios de escritores, observatorios de la condición humana con servicio de habitaciones. Solo que ahora también los contratan.
Los hoteles a veces son trincheras donde se esconde el genio de sus huéspedes, otras, teatros donde se interpretan las mejores ficciones de la vida real. Si recuerdas, en el Check-in #29 te hablaba de algunos hoteles que no quieren ser aburridos y ahí mencionaba a CitizenM y a su hermano pequeño Zoku. Pues precisamente de ellos ha llegado una noticia bien curiosa: no espera a que los escritores lleguen por su cuenta a sus habitaciones sino que directamente los contrata.
En Zoku han nombrado al periodista Matthew Parsons como writer in residence. Su misión no es escribir novelas ni llenar diarios con angustias existenciales, sino observar a los huéspedes en su estado más puro: lejos de sus rutinas, en un limbo entre lo laboral y lo social. Parsons entrevistará residentes, empleados y visitantes, documentando cómo un hotel puede ser más que un lugar de paso y convertirse en un microcosmos de la vida moderna.
No es un invento nuevo. Recién llegado de la Guerra Civil y su estancia en el Hotel Florida, Ernest Hemingway fue invitado junto a Martha Gelhorn al Sun Valley Lodge en Idaho como escritor en residencia para promocionar el hotel. Allí terminó Por quién doblan las campanas y dejó su huella en los bares y salones donde hoy todavía una suite le recuerda:
Antes de él, Oscar Wilde convirtió su estancia en L’Hôtel de París en una tragedia literaria. Allí terminó Un marido ideal y La importancia de llamarse Ernesto, pero también pronunció su última gran frase antes de morir: “El papel tapiz y yo estamos librando un duelo a muerte. Uno de los dos tiene que irse”. El hotel sigue en pie y su bar lleva su nombre, un homenaje a un genio que encontró en las habitaciones alquiladas un último refugio. El argentino Jorge Luis Borges, admirador de Wilde, vivió también en L’Hôtel, dando vueltas en sus laberintos mentales entre las mismas paredes.
Agatha Christie, por su parte, escribió Muerte en el Nilo en el Old Cataract Aswan, un hotel con vistas al río donde el crimen y el misterio flotaban en el aire mucho antes de que ella los pusiera en papel.
El Zoku de París recupera esta tradición de los escritores en hoteles, pero con un giro contemporáneo. No busca novelistas trágicos ni poetas malditos, sino alguien que observe y cuente lo que ocurre cuando los huéspedes dejan de ser solo nombres en un libro de registro y se convierten en historias vivas.
Porque, al final, los hoteles no son solo edificios con camas. Son escenarios. Y cada habitación es una historia esperando ser escrita. Nos vemos en el próximo check-in.