Check-in #39 — Un hotel con música aceptable
Valoramos muy poco la música coherente en los hoteles que visitamos. Solo lo notamos cuando chirría, cuando nos machaca.
Escribo estas líneas desde Sevilla: la vista panorámica desde mi habitación del NH Collection Sevilla en plena Semana Santa parecen llevarme a la escritura. Anoche hubo una madrugá con una temperatura más que aceptable y una música inspiradora. Al menos para abrir un melón a menudo infradimensionado en su importancia: el de la importancia de la elección música en hoteles, en bares, en restaurantes.
No voy a entrar en el eterno debate de música buena y música mala. Creo simplemente en que existe música coherente con la identidad de un sitio y música incoherente con su identidad, con lo que es . Es algo que me saca de mis casillas por ambas partes: por mi afición a la música y a la hospitalidad.
El pasado fin de semana en Salamanca entré a un local que no tenía mala pinta: las reseñas prometían buen café, yo tenía mucho sueño y simplemente pedía buen café y un sitio donde poder pasar un buen rato. No pido tanto. La realidad es que no duré mucho más de diez minutos: la música estridente me echó del sitio. Donde yo soñaba con algo tipo Stan Getz o Bill Evans me acabé encontrando con el clásico género house ibicenco machacón que lo mismo vale para un sitio de café de especialidad que para un gimnasio con clases de spinning. Solo que en uno resulta más coherente que en otro.
Creo que los que trabajamos en este sector dedicamos mucho tiempo a la identidad visual de un sitio: a que su logotipo parezca reflejar que lo queremos reflejar, a que el gramaje del papel tenga la suficiente identidad de lo que queremos mostrar, pero poco tiempo a la consistencia de la música -o ausencia de ella- que nuestro sitio va a reproducir a sus visitantes. Me encantaría leerte en los comentarios y saber si a ti también te ha pasado esto. Espero no estar solo.
Nos vemos en el próximo check-in.
Me pasó ayer mismo: 10 de la mañana, una Barcelona medio vacía y gris, flat white y croissant caliente con jamón dulce y queso, me puse a escribir en un café oscuro e íntimo… y, de repente, electro-chill de chiringuito de tercera en playa turística. Me puse los auriculares y seguí escribiendo. No me quedó más opción. 😉